*Por Brian Freeman
Cuando lo piensas, es una forma rara de ganarse la vida. Los escritores de thriller creamos historias sobre cosas que aterrorizarían a la gente si fueran reales. Asesinato. Abuso. Secretos peligrosos. Violencia de todo tipo. Y lo hacemos para entretener a la gente.
Esos medios juegan con nuestra atracción por el drama. La diferencia es que, a diferencia de una novela, en estos casos el crimen es real. Una chica ha sido asesinada. Un niño ha desaparecido. Una familia sufre. Los medios tratan estos crímenes como misterios a resolver, a menudo olvidando la auténtica tragedia.
La pregunta es ¿Somos los escritores de thrillers diferentes a estos medios? Es cierto que inventamos historias, pero tratamos de hacer que el miedo y el crimen sean reales para el lector. Sí, algunas novelas exageran la trama, pero los mejores thrillers nos sobresaltan, nos hacen llorar, nos da miedo pasar de página pero no podemos dejar de leerlos.
¿Qué nos lleva a escribir estos libros? Algunos misterios son éticamente instructivos, pero siendo el escritor cuya primera novela se tituló Inmoral, no pretendo que todos los héroes sean buenos y los villanos malos. Todos hacemos elecciones en la línea entre el bien y el mal. De eso es lo que escribo. ¿Es eso moral?
No digo que tenga la respuesta. Mi única explicación es que los mejores misterios nos enfrentan a esas elecciones éticas, y nosotros decidimos. También nos ofrecen algo que no nos da el mundo real: orden. Resolución. Verdad. Lo frustrante de las noticias es que no sabes qué sucedió realmente. En una novela, sí.
Puede que esto sirva de explicación, pero no estoy seguro de que nos dé una cobertura moral. ¿Estamos seguros de conocer la línea que separa fantasía de realidad? ¿Existiría el Hannibal Lector ficticio de El silencio de los corderos sin los asesinos en serie de la vida real? No estoy tan seguro. A lo mejor los que nos ganamos la vida escribiendo acerca de crímenes le debemos más a la gente que los comete de lo que queremos admitir.
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