*Por Lorenzo Silva
Toca a su fin esta colaboración con los amigos de Booquo y mi participación en este territorio de encuentro con los aficionados a la novela negra. Queda pendiente una entrevista, con un personaje tan atractivo como sorprendente. Por problemas de su agenda no está disponible aún. Confiamos en tenerla en algún momento no lejano y entonces será la despedida efectiva. Pero entre tanto, ahí va un balance.
El primer semestre de este 2012 ha sido un semestre de lujo, en lo que se refiere a la salud del género tal y como la muestran las novedades que han llegado a nuestras librerías. No pretendo levantar acta exhaustiva o fidedigna de todo lo aparecido, tan sólo me limito a proponer una pequeña selección personal.
Comenzó inmejorablemente el año con No llames a casa, de Carlos Zanón (RBA). Un novelón sobre los desheredados que malviven en el lado oscuro de Barcelona (que es el lado oscuro de Cataluña, de España o de esta Europa mal zurcida que nos cobija). Con este título ha terminado de confirmarse como uno de los escritores más poderosos con que cuenta el género negro patrio, y que desde ya pisa fuerte para convertirse en un clásico. Antes que novelista, Zanón fue poeta, y confiesa escribir desde y para la emoción, pero nadie se engañe: eso no le impide despachar novelas impecablemente construidas, y que resuenan en la mente del lector, al cerrarlas, tan contundentes, inapelables y exactas como un balazo. Nunca mejor dicho.
Continuó el año de forma espléndida, sin salir de nuestro idioma (que también es nuestra patria, aunque en este caso el autor provenga del otro lado del océano) con Moravia, de Marcelo Luján (El Aleph). Una tragedia checa en los más recóndito de la Pampa argentina, escrita en un castellano terso por un escritor que ya demostró en La mala espera (Premio Ciudad de Getafe de Novela Negra 2010) que lo tiene todo, destreza verbal y sagacidad narrativa, para convertorse en un gran novelista. Otro que en cada página de esta breve novelita apunta maneras de clásico. Si sigue a ese nivel con el proyecto que ha iniciado, Luján lleva camino de convertirse en uno de esos escritores, tan raros en nuestra lengua, que puede presumir de un éxito transoceánico.
Una herida luminosa abrió la exquisita narración póstuma de Félix Romeo, Noche de los enamorados (Mondadori), inspirada en un acontecimiento real del que tuvo conocimiento el autor en el módulo de ingresos de la prisión de Zaragoza cuando estuvo recluso por insumiso, la noche de un 14 de febrero. El asesinato de una mujer, ex prostituta, por su marido ex cliente, es la percha de la que la sabiduría literaria de Romeo cuelga una metáfora tan dolorosa como deslumbrante sobre el amor y sus devaluaciones, que también son las nuestras, pues amor somos y de él vivimos. Leyendo libros como éste (o como Discothéque, o Amarillo) lamentamos que Romeo se haya ido tan pronto, y que en el tiempo que estuvo destilara tan despacio sus libros, porque nos habría gustado leer muchos más. Pero ahí quedan los que hizo.
Confirmación de uno de los desembarcos más felices que ha registrado el género negro español en los últimos años, desde el punto de vista de la excelencia (y la exigencia) literaria, es la novela de chandleriano título Un buen detective no se casa jamás (Anagrama), la segunda entrega del detective gay Arturo Zarco, debido a la pluma siempre afilada de la escritora madrileña Marta Sanz. Rebosa sentido del humor, profundidad y una encantadora malicia. Al investigador, que pasa por un momento de abulia y aturdimiento de los que a cualquiera nos puede pillar, se le escapa casi todo de una trama criminal que la autora desvela con un golpe maestro, la reticencia de una empleada doméstica hacia el tamaño de los pies de la señora. Y no digo más.
Sorpresa, de las gordas y de las buenas, que un periodista como Ignacio Escolar, en lugar de hilvanar por la vía rápida retales del oficio, se descuelgue con una novelita (por lo breve) tan buena, tan bien escrita, construida y medida como 31 noches (Suma). Dice el autor que proviene de sus propias experiencias como joven reportero de sucesos. Venga de donde venga, es un relato donde los malos y los que no son ni buenos ni malos (los buenos tendrán que esperar a otro mundo, tal vez) se dibujan con la fuerza de las cosas verdaderas y profundas. Y para envolverlo todo, una narración con sorpresa final de las que nos gustan: ni gratuita, ni conejo sacado de la chistera. La prueba de que el buen periodista, cuando quiere, sabe y se pone, puede dar un novelista tan bueno como el que más.
Entre los extranjeros, permítaseme destacar a dos, que vienen siendo ya clásicos. Primero, el escocés Philip Kerr, que con su Praga mortal (RBA) certifica que el detective alemán (y accidentalmente nazi) Bernie Gunther goza de una salud francamente envidiable como personaje. Situarlo en las proximidades de Reinhard Heydrich (la llamada Bestia Rubia) en su castillo en los alrededores de Praga, y hacerlo investigar una trama de asesinato en espacio cerrado entre jerarcas de las SS, es un tour de force del que autor y personaje salen muy bien librados. Para ser sincero, en algún momento me pareció que Gunther se repetía algo en algunas de sus muletillas, pero esa sensación apenas estorbó el primer tercio. Cuando Kerr toma velocidad de crucero, ya no hay quien lo pare hasta el final.
Y segundo, el norteamericano Don Winslow, aunque en rigor esta novela sea una novedad del próximo semestre (en septiembre estará en las librerías). Se trata de Los reyes de lo cool (Mondadori), la precuela de Salvajes, donde asistimos a los orígenes de los jóvenes narcotraficantes que la protagonizan. Otra mirada acerada de Winslow a la frontera, la denominada guerra contra la droga y ese fracaso norteamericano y planetario que se condensa en la existencia de un negocio ilegal cada vez más boyante y eficiente que parasita el lado legal de la sociedad, cuando no lo tuerce y maneja a su antojo. También, un alarde de alquimia narrativa, al reconstruir hacia atrás, con todo lujo de detalles, la vida de unos personajes de los que creíamos saber ya todo, o todo lo esencial, y que no dejan de sorprendernos.
Y esto es todo. Si el segundo semestre del 2012 es igual de bueno, podremos hablar de un año estupendo. Nos seguimos viendo, y leyendo, por ahí. Dejo este sitio a alguien a quien, estoy seguro, les va a interesar seguir. Feliz verano a todos.
Todos anotados en mi particular lista de espera.
Publicado por: A Facebook User | 08/02/2012 en 01:35 a.m.
Ya tenía dos de ellos en mi lista; apunto los demás. Si los recomienda Silva son de lectura obligada. Gracias
Publicado por: SrDallonses | 08/02/2012 en 11:31 a.m.