*Por Lorenzo Silva
No deja de resultar llamativo que un cuerpo de policía de reciente creación genere una copiosa literatura, antes incluso de haber cubierto el periodo temporal necesario para poder tener un mínimo recorrido histórico. Tal es el caso de los Mossos d'Esquadra, la policía autonómica catalana, que si bien se reclama heredera de un pequeño cuerpo policial fundado allá por el siglo XVIII, y que ya se denominaba así, no es menos cierto que en su forma contemporánea, como policía integral encargada de velar por la seguridad ciudadana y la prevención y persecución del delito en todo el ámbito territorial de Cataluña, apenas cuenta con dos décadas de existencia. Y no ha sido hasta una fecha relativamente reciente, hace apenas un lustro, cuando ha completado su despliegue en las cuatro provincias catalanas.
No obstante lo anterior, en el territorio de la novela negra su implantación ha sido inmediata y casi espectacular. Escritores de largo recorrido como Teresa Solana y Andreu Martín han puesto en marcha sendas series donde la protagonista (en ambos casos una mujer) es una mossa d'Esquadra. Wendy, la heroína de Andreu Martín, y Norma Forester, la de Teresa Solana, nos muestran con los matices que se derivan de las distintas miradas de estos dos autores cómo se ve el crimen y quienes lo practican desde el pellejo de una investigadora que viste el uniforme del cuerpo policial catalán. Otro novelista, Toni Hill, logró el año pasado un éxito considerable con El verano de los juguetes muertos, protagonizada por un peculiar mosso d'Esquadra de origen argentino, el inspector Héctor Salgado, que acompañado por su compañera Leire Castro desentraña una sórdida trama en el pegajoso verano barcelonés.
Uno de los precursores de este que parece ser ya un subgénero en toda regla (novela mosseril, podríamos denominarla, si no resultara tan poco afortunada la palabra) es Eduard Pascual, que se dio a conocer con un libro de relatos (aunque todos ellos acaban componiendo una historia común) titulado Códex 10, recientemente incorporado a la biblioteca a disposición de los lectores del Club del Crimen de Booquo. Pascual juega con las bazas de las que también se sirven los autores antes mencionados, en particular la rica y sugerente realidad social catalana, con su cuota de malhechores y buscavidas, o las dificultades de quienes pertenecen a un cuerpo policial todavía percibido como demasiado nuevo por la ciudadanía y que ha de ir construyendo, al tiempo que hace camino, su cultura y su filosofía como institución. A estos argumentos comunes, une sin embargo Pascual uno que le es propio y que lo distingue, y es su propia experiencia policial como mosso d'Esquadra.
En Códex 10 encontramos reflejada con todo lujo de detalles, incluidas sus pequeñas glorias y sus pequeñas miserias, la realidad del trabajo policial dentro de las filas de la policía autonómica catalana. Pascual perteneció además al grupo de los pioneros, los que iniciaron el despliegue de los Mossos en la provincia de Gerona y tuvieron que ganarse un sitio como autoridad que ni mucho menos tenían reconocido a priori. Los aciertos y los errores, las fortalezas y las debilidades de los policías, quedan expuestos en Códex 10 con una acertada síntesis de realismo, hondura y humanidad, lo que implica también un poso de amargura, por comprobar las insuficiencias del sistema que nos hemos dado para tratar de hacer justicia, y una dosis irrenunciable de sentido del humor, que es ese bendito instrumento que nos sirve para protegernos de las oscuridades que hallamos en nosotros mismos y en nuestros semejantes.
Refleja de forma excelente Pascual la importancia de la camaradería entre quienes comparten un objetivo común, en este caso, el esclarecimiento y persecución de los delitos. Y a través de la figura del sargento Montagut explora con emoción y sutileza una cuestión no siempre bien reflejada en la novela policial: el valor de los buenos jefes, esos que son maestros y referentes y que con su carisma saben movilizar a sus compañeros. Esos que, cuando faltan, dejan a los demás un poco huérfanos.
Gracias a Eduard Pascual, los Mossos d'Esquadra tienen ya un lugar propio dentro de la tradición del police procedural. Una lectura más que recomendable.
Me los apunto en mi "lista de deseos".
Otro caso curioso son los varios escritores que hay en el cuerpo de los mossos. Además de Eduard Pascual, están también Marc Pastor, Víctor del Árbol, Santi Fornell y no sé si alguno más. Este último ha escrito un libro de anécdotas policiales; los otros son novelistas reconocidos aunque sus protagonistas no son mossos.
Publicado por: Senyor Esteve | 05/09/2012 en 04:55 p.m.