*Por Lorenzo Silva
En los últimos cinco años, decenas de autores suecos de novela negra se han visto traducidos al español (y a otras muchas lenguas). El gran culpable se llama Stieg Larsson, el novelista prematuramente fallecido que con su trilogía póstuma, Millenium, rompió todos los récords de ejemplares vendidos, no sólo en España. A su estela, y en el afán de repetir el pelotazo, han venido otros muchos. Algunos otros ya estaban de antes, como Henning Mankell. Y el fenómeno Larsson llevó además al rescate editorial de grandes autores olvidados, como los precursores Maj Sjöwall y Per Wahlöö. El resultado es que en estos momentos el lector en castellano tiene a su disposición, en librerías y bibliotecas, a la práctica totalidad de la inmensa cofradía negra sueca.
Tan aplastante es el predominio de la ficción criminal entre los autores suecos, que los hay que habiendo empezado en otros espacios de la literatura de ficción, y viendo cómo nadie les hacía caso, pese a su calidad, han decidido volver su atención al género negro cosechando inmediatamente el favor editorial. Tal es el caso, por ejemplo, de un autor como Ulf Lindström, que según relataba hace un par de meses en el Instituto Cervantes de Estocolmo, en el marco de un encuentro hispano-sueco de novela negra, llevaba desde 1985 sin publicar hasta que decidió escribir una historia de corte criminal, En god man, que encontró inmediatamente editor y le ha supuesto el reconocimiento que en los últimos 25 años se le venía negando.
El reverso de la copiosa cosecha que el género negro sueco depara cada año es lo difícil que resulta a autores de otras lenguas abrirse paso en el país, ya que la oferta local abastece sobradamente la demanda. Por ejemplo, la presencia de la novela negra española en Suecia es casi nula, y no es un caso aislado. Eso genera un cierto fenómeno autorreferencial, con peligro de ensimismamiento. Son muchos los autores suecos que se parecen demasiado a otros autores suecos, o a los anglosajones que tienen como referencia natural, en un país donde el grueso de la población lectora consume literatura en inglés sin necesidad de traducción.
Entre nosotros, por el contrario, los suecos ocupan un espacio que no tiene nada que envidiar a los autores locales. Es más, podría decirse que tienes más y mejores probabilidades de ser publicado en España si escribes novela negra en sueco que si lo haces en español. Y de toda esa oferta, que casi llega a saturar al lector más entusiasta, ¿qué es lo que realmente vale la pena?
Una opinión personal (como todo lo que sigue): el nivel medio de los autores suecos es bueno. Es difícil encontrar a alguno que sea manifiestamente incompetente. Es lo que tiene haber nacido y crecido en un país donde los índices de lectura son envidiables. Dicho esto, no todos escriben libros imprescindibles (valga la perogrullada). Ni todos escriben libros igualmente interesantes o necesarios.
Me atrevo a hacer mi Top 3 particular:
En el puesto número 1. Per Wahlöö y Maj Sjöwall. Las andanzas del inspector Martin Beck, aparte de representar el clásico del género negro sueco, y la fuente inspiradora de todos los que vinieron después (cuánto no le deberá el Wallander de Mankell, por ejemplo), son un prodigio de limpieza en la escritura, de agudeza y profundidad en la construcción de caracteres y de equilibrio en la estructura narrativa.
En el puesto número 2. Stieg Larsson. Algo tiene el agua cuando la bendicen de esa manera tan masiva. Sus libros son prolijos y repetitivos en la estructura. La escritura no es ni mucho menos tan fina y esencial como la de Sjöwall y Wahlöö. Pero el tipo tenía olfato para crear arquetipos (he ahí esa Lisbeth Salander, certificada como la Don Quijote del siglo XXI por el mismísimo Vargas Llosa) y para despacharse, en medio de algunos personajes más propios de la Marvel o no del todo creíbles, con unos secundarios espectaculares (véase ese antiguo funcionario de los servicios secretos que se cuela en el hospital donde está el padre de Lisbeth, ya saben los lectores para qué).
En el puesto número 3. Jens Lapidus. Su Trilogía negra de Estocolmo es un ejemplo de varias cosas. En primer lugar, de retrato del crimen real de la Suecia contemporánea, frente a la inverosimilitud de buena parte de las tramas de sus colegas (no en vano Lapidus, además de novelista, es abogado criminalista en ejercicio). En segundo lugar, por cómo expone, a través de sus personajes, de las paradojas y contradicciones de la sociedad sueca, bienpensante donde las haya, pero no por eso mucho más justa que otras. Y en tercer lugar, la construcción de una trama poderosa y perfectamente ajustada, que logra cerrar casi 2.000 páginas de narración de forma redonda y en buena medida sorprendente. Quizá podemos afearle, en cuanto al estilo, un excesivo mimetismo en de cierta narrativa norteamericana (Ellroy, Easton Ellis), pero eso, frente a los aciertos anteriores, no pasa de ser un reproche menor.
Y para vosotros, ¿cuál sería el Swedish Top 3?
Qué difícil! Mi TOP 3 SWEDEN:
1)Of course el gran Henning Mankell (y Kenneth Brannagh haciendo de Wallander en la serie, aunque la serie original sueca/alemana es aún mejor).
2) Johan Theorin con LA HORA DE LAS SOMBRAS, primero del "cuarteto de Oland". La trama y ambientación es genial. Theorin tiene una nueva novela (suelta) a punto de salir que pinta muy bien: Sankta Psyco.
3) Podría decir Mari Jungstedt o Camilla Laeckberg, pero digo Asa Larsson con AURORA BOREAL, y su novela más reciente CUANDO PASE TU IRA, todos ambientados en Laponia. Lo describe tan bien que me entran ganas de mudarme... Además soy fan porque la autora es de lo más simpática.
4)No son suecos, pero mis autores preferidos escandinavos son Jo Nesbo (Noruega) y Arnaldur Indridasson (Islandia), muy recomendados!
Publicado por: Anne | 04/20/2012 en 01:44 p.m.