Justísimo el Goya a Urbizu y Coronado por su fastuosa creación conjunta del malvado Santos Trinidad, el poli corrupto y sin embargo heroico de No habrá paz para los malvados. Una historia negra que se medía con otra de mismo color, la última de Almodóvar, aunque ésta marcada como siempre con el sello del director manchego, un género en sí mismo. Dos historias negras, dos malvados y, mal que pese al titular de dos Óscar (que lleva mal lo de ser segundo), ganó el mejor, o lo que es lo mismo, el que pareció un malo más persuasivo al respetable y también a los miembros de la Academia que otorgan los cabezones.
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